Deep Web: un mundo paralelo -real-

Yo que creía conocerlo todo sobre las páginas web e internet, hoy me han hablado de “Deep Web” (la oscura Internet profunda).

Todo comenzó con un comentario informativo que me hizo mi sobrino, cada vez más inquieto con los temas digitales:

¿Tío, usted sabe lo que es “deep web”? - Yo fruncí el ceño, él prosiguió:

“Si, unas webs que si te pillan en ellas te pueden meter a la cárcel” - A mi ya se me salió de todos los esquemas, pasé del ceño fruncido a una sonrisa socarrona y respondí:

“Más bien existen muchos tipos de páginas web y básicamente la profundidad de su impacto depende de la persona que la vea, para un musulmán radical una web sobre vestidos de baño de latinoamericanas puede ser algo agresivo moralmente”. Para mí, por ejemplo, la web de rotten, particularmente me parece imposible de ver sin que me remueva las entrañas.

Para mi todas las webs son como revistas, páginas de contenidos más o menos presentados. Internet es como una hemeroteca y a veces como una biblioteca.

Mi mundo vaga en Internet desde hace más de 10 años (profesionalmente hablando), y me atreveré a decir que hace 2 años me considero experto.

¿Experto? Si, si la experticia es dejar con la boca abierta a los clientes cuando explico sobre SEO posicionamiento, conocer el funcionamiento de los servidores, las bases de datos, los protocolos, tener conocimientos adelantados sobre las últimas plataformas de desarrollo web y su desempeño frente a la ingeniería SEO, manejar los fundamentos tanto prácticos como estéticos de la nueva web demandada, conocer el funcionamiento y posibilidades de las redes sociales, blog, webs, bla, bla, bla.

¡Pero ahora resulta que existe un sistema de Internet paralelo! Un paralelo digital que supera incluso al almacenamiento web que los seres común y corrientes conocemos. Si señores, ¡la Deep Web existe!

Que si utilizan ocultación o cambio constante de números de ip, me decía mi sobrino. Que la Deep Web oculta (o no) montones de páginas web de porno infantil, tráfico de drogas y armas.

¿Pero qué tanto puede durar una web en Internet que siendo ilegal rápidamente será rastreada y perseguida? Algunos cambian u ocultan la dirección ip dificultando así encontrar geográficamente la ubicación del sitio. Luego queda también cambiar el nombre de dominio, por lo que si un contenido que infringe las leyes es denunciado, el proveedor del dominio está obligado a interrumpirle el servicio.

Ahora, si una identidad tiene que cambiar de Ip y de dominio, pues es como si tuviera que montar un sitio web completamente nuevo, lo que quiere decir que elimina todo rastro (está desindexando el nombre de la identidad relacionada con su dominio y correos corporativos). La última opción que les queda a estas identidades subrepticias es enviar correos a sus clientes renovando así los contactos y para dar sus nuevas ubicaciones.

¿Entonces es lógico y posible un cibermundo paralelo?

Pecaríamos de seguirle atribuyendo el adjetivo de virtual, ni al uno ni al otro, pues se trata de todo un mundo real y paralelo, el que a estas horas subyace hirviente entre millones de terabytes. Morir en este “Internet paralelo” es por demás y cada vez más ilógico e inconcebible, en una red mundial en la cual desde cualquier punto hay libertad de acceder a servidores, publicar, rastrear y ser rastreado.

¿Dónde está la lógica de la Deep Web?

En negarse a esa indexación y masificación de datos en su momento denunciada por Edward J. Snowden, en evitar también el dichoso posicionamiento que quieren regir los buscadores. Hoy que tanto se divulga la persecución de nuestro rastro y datos, la Deep Web tiene una loca, esperanzadora e irremediable lógica.

¿Y hace cuanto existe la Deep Web? Las más celosas bases de datos de los gobierno yacen en su seno desde siempre, están apartadas de la red tradicional, los datos de los bancos y toda información empresarial, militar y científica susceptible de ser pública, millones de sitios web de manera libertina almacenan y cruzan contenidos que no están indexados por Google, Yahoo, Bing, Baidú, Facebook ni ningún otro “motor de búsqueda”.

En la Deep Web no hay leyes ni sentencias en un mundo paralelo transigente. Nada sabemos de lo que hay debajo de la tierra que a diario sonrientes pisamos.